La mente no deja de generar ideas fugaces, momentos óptimos que podrían convertirse en futuros proyectos. La mayoría de las veces permanecen en el olvido, en un recorte de papel, en el rincón de un cajón con varias capas de polvo.
Todos tenemos esta potencial habilidad, pero tan sólo unos cuantos han sido picados por el gusanillo de la creación, extraña enfermedad que a menudo no sirve para ganarse la vida, ni para tener un reconocimiento apenas buscado, pero sí es realmente válido para sobrevivir por medio de la ilusión de crear, de que algo tuyo quede en el espacio-tiempo y de llevarlo a cabo con aquellas personas que también lo sienten y lo disfrutan.
Un proyecto, sea de la temática y vertiente que sea, siempre es un placer aunque también reporte dolores de cabeza, preocupaciones por si finalmente saldrá adelante y con cantidad de tiempo dedicado. Rara vez cuando se ha terminado se echa la vista atrás, no se olvida porque el resquicio de la experiencia deja una imborrable huella, pero en ese instante solo se piensa en el siguiente y en recuperar esa experiencia con otra nueva historia, aunque con parecido sonido de claqueta,.
...lo malo es la distancia del recorrido, tanto en tiempo como en espacio. Posiblemente esa mente que dices es del todo "creativa" pero sus manos son muy poco constructoras.
ResponderEliminarUn saludo!
No necesariamente se requieren las manos para aplicar nuestra creatividad. Me dedico a la auditoría interna de procesos, así que los proyectos son mi vida, sólo debo utilizar creativamente mi sentido común.
ResponderEliminar¡Saludos!!! =)
Sin duda, por muchos quebraderos de cabeza que provoque, llegar hasta el final y lograr hacer lo que te propones no tiene precio :-)
ResponderEliminarUn abrazo!