Ella advierte su mirada baja, protegida bajo la sombra que le proporciona el casco. Tal vez Él piensa que no le ha reconocido.
No es así, Ella lo tiene bien calado y sabe que a esa misma hora todas las mañanas rueda por el mismo sitio, a las nueve y treinta y cinco, ni un minuto más ni menos. Lo tiene calculado al milímetro y es tan preciso como lo era en la cama, a la hora del desayuno, en la ducha o debajo del agua. No dejaba momento para la improvisación, para esos segundos en los que el azar debe actuar de forma imperante.
(Fotografía del autor)
Qué bueno. Muchas veces, sobre todo por la mañana a estas horas tengo la sensación de ir contracorriente cuando me cruzo, como cada día, con las mismas personas.
ResponderEliminarMe gusta, y mas si el texto ha sido inspirado por la foto, me encanta.
ResponderEliminarUn beso!!
Así ha sido...muchas gracias.
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