sábado, 19 de diciembre de 2009

20. RUTINARIO

Da pena tanta rutina. Cuando termina un verano usado expresamente para descansar y con ansia plena de dejar los proyectos a un lado durante unos días, lo primero que uno se promete a sí mismo es ponerse un horario de trabajo.

La disciplina da resultado cuando la imponen otros. Para lo demás, autocompasión.

Entonces sucede lo de siempre. Después de ocho horas de trabajo, un ratico delante de la tele mirando al estúpido infinito, las tareas de la casa y de la calle, el gimnasio, la cena…al final se hacen unas horas en la que la mente se encuentra en un estado de agotamiento apto para entrar en el sobre y a roncar se ha dicho. Y este proceso será repetido durante semanas y meses, hasta que llegan otras vacaciones para descansar, con la nueva promesa de sacar adelante esos proyectos que llevan años en el tintero.

Un círculo vicioso, el pez que se muerde la cola, el vago trabaja dos veces y vuelva usted mañana que hoy se me ha hecho tarde.

Pues eso, que da pena tanta rutina, que el trabajo acapara la mayor parte del tiempo en días laborables y que en fin de semana apetece tumbarse a la bartola y olvidarse del ordenador, de la hoja y del lápiz y de todo lo que tenga que ver con material de papelería. Apetece mucho más echarse al monte con cámara de fotos en mano y disparar sin pensar, tan sólo dejándose llevar por la intuición y las ganas de recoger en una cajica toda la gama de colores que cabe en una vida intensa, sin desperdicio, colmada de sensaciones.

1 comentario:

  1. No lo pienses y échate al monte. Se puede vivir de meter en una cajica toda la gama de colores. Ya tendrás 50 años y habrá tiempo de ser un hombre de provecho.

    ResponderEliminar